Ganar Una Discusion

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Las discusiones son el pan de cada día, aunque los hay que las buscan y los hay que las evitan, la mayoría de nosotros estamos en un punto intermedio. Probablemente lo peor de una discusión es no ganarla, tal vez por ello las evitemos; por ello y por el daño emocional que suele aparecer cuando la cosa va degradando y el tono de voz va subiendo, al no tener la razón se acaban diciendo cosas feas y acabamos dolidos. Hoy os voy a dejar un par de consejos para salir airoso de una discusión o por lo menos sin perder las formas ni la dignidad, cosa que, asumámoslo, no es tan fácil y puede pasar a menudo.

También hay que mencionar que ganar no siempre significa tener razón, ganar a veces implica saber poner fin a un conflicto de manera que ambas partes salgan bien del mismo, sin tener que ver con quien se lleva o no la razón. Una discusión la gana aquel que no pierde el control
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Las discusiones son el pan de cada día, aunque los hay que las buscan y los hay que las evitan, la mayoría de nosotros estamos en un punto intermedio. Probablemente lo peor de una discusión es no ganarla, tal vez por ello las evitemos; por ello y por el daño emocional que suele aparecer cuando la cosa va degradando y el tono de voz va subiendo, al no tener la razón se acaban diciendo cosas feas y acabamos dolidos. Hoy os voy a dejar un par de consejos para salir airoso de una discusión o por lo menos sin perder las formas ni la dignidad, cosa que, asumámoslo, no es tan fácil y puede pasar a menudo.
Para empezar diré que si al final no has tenido razón en el contenido, procura al menos haber tenido razón en las formas. La derrota es mayor cuando has pisado límites de respeto o has ignorado tus propios valores para conseguirlo.
También hay que mencionar que ganar no siempre significa tener razón, ganar a veces implica saber poner fin a un conflicto de manera que ambas partes salgan bien del mismo, sin tener que ver con quien se lleva o no la razón. Una discusión la gana aquel que no pierde el control.

La teoría….

Los consejos de hoy vienen en parte de la mano de la psicóloga Israelí Eran Halperin, ella estudió el papel de la regulación emocional en la resolución de conflictos. Ella defiende concretamente el modelo cognitivo de las emociones. Este modelo dice que los pensamientos y la forma en la que nos aproximamos o evaluamos una situación modelaran las emociones que sintamos al respecto.
¿Cómo aplicamos esta teoría a las discusiones? Pues resulta que si tienes pensamientos de que “debes” tener razón, que “estás perdiendo”, “me están tomando el pelo” o incluso lo que piensas de esa persona pueden hacer que te sientas peor de lo que deberías y que recurras a estrategias poco efectivas para manejar la discusión, influenciada más por las emociones que por el raciocinio.
Lo que ocurre es que cuanta más emoción hay, menos probabilidad de ganar la discusión ya que menos control tenemos sobre lo que ocurre y menos lógica aplicamos a la situación. Así pues para salirnos con nuestros objetivos no debemos perderlos de vista y procurar mantener las emociones negativas e intensas alejadas en ese momento.
¿Se puede acabar una discusión siendo un bestia, un insensible o intimidando a los demás? sí. Pero, ¿Te conviene? No. De poco sirve “salir con la última palabra” si vas a perder una amistad, el respeto o dañar tu imagen pública haciéndolo. Nadie quiere ser amigo de alguien con el que no se puede hablar o que es cabezón e intransigente. Piénsalo la próxima vez que estés en una situación similar.

Los consejos:

Los consejos son para terminar una discusión de manera exitosa (que no es lo mismo que tener razón). La idea es acabar la discusión y que además ninguna de las dos partes y, lo que es más importante, la relación entre ambas, se vea dañada.
  1. Conoce lo que hablas: Cuantas veces hemos afirmado algo sin pensarlo para luego acabar entrando en una discusión al ser retados al respecto y empeñarnos en no admitir el error. Procura que si vas a discutir por algo sepas de lo que hablas y sinó admite el error y ¡A otra cosa mariposa! Pelear por orgullo no hará sino dañar tu propia estima. La gente valora más a aquel que tiene la seguridad de admitir un error, que a aquel que es demasiado débil para hacerlo. Además si vas a discutir por algo de lo que no tienes ni idea, sinceramente, tienes las de perder. Procura tener argumentos potentes y demostrables antes de entrar a debatir un tema, si tienes pruebas y conocimientos no podrán refutar tus opiniones. Conocer información que permita demostrar falso lo que dice el otro también es útil.
  2. Estate preparado para ver el problema desde la perspectiva de la otra persona: Ponerse en el lugar del otro nos puede ayudar a ver qué es lo que les está influenciando: ¿Se siente amenazado, molesto o ansioso?, saber esto te permitirá mostrar cierta empatía y ello hará más fácil la resolución del conflicto. Tal vez al permitirte prestar atención al estado del otro, a su “posición”, te des cuenta de que la otra persona sabe algo que tú no sabes o quizás observes que en efecto no tiene razón pero se ve forzado a seguir discutiendo por otros motivos, como sus emociones. En cualquier caso ello te permite virar el foco hacía el motivo que perpetúa la discusión y ponerle fin de manera exitosa. Si se siente amenazado cambia el tono, si se siente ignorado permítele expresar su opinión, no solo porque quedes tu bien sino porque ello hará más probable que el otro te dé la razón.
  3. Si no eres capaz de estar en la discusión con la mente abierta, al menos haz que lo parezca:Ponerse a la defensiva es uno de los peores pasos a dar. Si la otra parte percibe que eres incapaz de pensar en nadie más que en ti o considerar alguna vía alternativa es probable que reaccionen poniéndose a la defensiva también. En cambio si ven que realmente haces un esfuerzo por entenderles y considerar otras opciones esto hará que ellos estén más dispuestos a hacer lo mismo con tus ideas y sean más receptivos a cambios y soluciones que les propongas, además verán tu criterio como más valido al haber considerado varias opciones y no solo la propia (que hemos de decir es una técnica bastante sesgada). De hecho, muchas discusiones son fáciles de manejar cuando dejas hablar a la otra persona. En ocasiones el conflicto se resuelve por sí solo y la persona se da cuenta de su error. Si les dejamos pensar y respetamos sus criterios cuando es más probable que la otra persona alcance una conclusión similar a la nuestra.
  4. Controla tus emociones: Bueno, esto es de lo más difícil, pero no imposible. Si pierdes el control y las formas eso solo hará que el oponente responda igual, que la discusión escale y que se acaben creando conflictos nuevos o perdiendo de vista el original y la solución. Mostrar autocontrol te da puntos, no es más fuerte el que más grita sino que es débil el que pierde el control, y eso puede ser un argumento en contra de cualquier solución que propongas. Nadie tomará en serio tus opiniones y soluciones si pierdes los papeles y estas claramente alterado. Nadie juzgará que alguien en ese estado pueda tener buen criterio, recuerda: la imagen que proyectas en una discusión es muy importante. Seguro que te dicen lo de: “Si tuvieras razón no te pondrías así” o “te alteras porque sabes que no tienes razón”, lo mejor, no darles la oportunidad de usar esa baza.fight
  5. Permanece optimista sobre la resolución del conflictoCuando uno discute le invaden sentimientos negativos que pueden hacer que pensemos que nunca se va a llegar a un acuerdo o que el problema no tiene solución. Eso no es así, debemos permanecer optimistas para que las ideas fluyan y podamos pensar de manera más clara (sin que esos pensamientos y sentimientos negativos nos distraigan). Nadie encuentra una solución a un conflicto que piensa que no la tiene. Permítete creer que la solución existe y sondea nuevas formas creativas de poner solución al problema. Las emociones negativas bloquean la creatividad. No repitas estrategias que ya antes no han funcionado, intenta cosas nuevas.
  6. Respeta a tu “contrincante”: Por ejemplo, no sirve de nada salir con la razón a una pelea de pareja si al final nos hemos cargado la relación. No insultes ni degrades a tu oponente, no desvíes el tema hacía motivos personales solo porque veas que no puedes ganar. No conviertas las discusiones en algo personal cuando no lo son. Todo esto hace que el otro desconfíe y poco quiera darnos la razón. No saques cosas del pasado, no metas más leña a la hoguera, recuerda: lo importante es que la discusión acabe, se ponga una solución eficaz (si es posible) y que la relación salga más fuerte de la disputa o al menos no dañada en el proceso, no que tú tengas la última palabra.
Y ahora… ¡Mucha práctica! Leerlo parece fácil pero con el calor del momento a veces uno no puede ni pensar. Procura tomar nota de los fallos que cometes en las discusiones, ello te permitirá estar atento y prevenirlos en sucesivas ocasiones.
Y por último, si no puedes ganar, ¡al menos intenta salir airoso!, para ello tenéis otro artículo en Medciencia con más información sobre este tema.


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